Diversidad, integración, respeto, riqueza. Éstos son los términos
que definen la etapa en la que me sitúo en mi colegio. Hay alumnos y alumnas
con déficit de atención e hiperactividad y cada uno de ellos tiene su esencia
que hace que todo el centro tenga un carácter propio.
En nuestro colegio hay variedad
de alumnos, tanto por TDAH como por otros diagnósticos. Así todo, la
convivencia está tan inculcada y valorada que somos todos necesarios e importantes para formar un puzzle. Además desde la etapa de
infantil hasta bachillerato se trabajan valores como responsabilidad, amor,
alegría, igualdad, respeto….año tras año, curso tras curso, trimestre por
trimestre, lo que hace que los alumnos tengan conciencia de los problemas de la
sociedad, de las diferentes variantes que pueden tener en el aula y de la forma
en la que han de comportarse, de manera que les aplauden los éxitos y les
ayudan en los fallos.
En mi caso, desde la tutoría se
trabajan dinámicas que favorecen la integración así como desde mi materia
preguntándoles cada día y haciéndoles intervenir como al resto de alumnos. Un
ejemplo de un tipo de trabajo que realizo con ellos es el trabajo cooperativo mediante una dinámica llamada rompecabezas en
la cual se forman grupos donde cada alumno tenga el nivel que tenga tiene que
aportar su granito de arena al trabajo del equipo. Cada miembro tiene una
tarjeta de un color con una parte del tema de estudio. Tienen que escribir,
hacer esquemas, dibujar… todo lo que sepan sobre esa parte ayudándose del resto
del equipo en aquello que más les cueste. A continuación se juntan los que
tienen las tarjetas del mismo color y se hacen expertos en la parte del tema a
tratar, para posteriormente volver a su grupo de partida y explicarles todo lo
que han aprendido y anotar lo que les aporta el resto de componentes. Me ha
resultado enriquecedora ya que todos los alumnos participan, se integran y
aprenden.
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